2. La resistencia intelectual y política al multiculturalismo constituye una de las causas profundas del resurgimiento de la violencia racista y xenófoba. En el marco de la globalización, esta resistencia revela el importante lugar que ocupa la formación de la identidad en el recrudecimiento del racismo y la xenofobia. La profunda crisis que afecta la construcción de la identidad deriva del conflicto entre las antiguas identidades nacionales y el profundo proceso de formación de sociedades multiculturales. El encerramiento en la identidad que refleja ese conflicto se alimenta del rechazo de la diversidad, que es evidente en dos ámbitos sensibles de la identidad nacional, a saber, el sistema de valores, por una parte, y las expresiones y signos culturales por la otra. En cuanto a los sistemas de valores, la cuestión del encerramiento de la identidad se revela particularmente en Europa por un enfoque dominante de integración/asimilación que, al supeditar la integración del inmigrante exclusivamente a la aceptación y respeto de los valores del país de acogida, preconiza la inexistencia de valores humanos culturales o religiosos del inmigrante o solicitante de asilo, que podrían enriquecer o contribuir a la cultura nacional. Este enfoque, que niega en definitiva la propia calidad humana del inmigrante, el extranjero o el solicitante de asilo, precisamente, por su diversidad, forma parte de la antigua ideología de la jerarquización de las culturas, las razas y las civilizaciones, que fue el fundamento histórico del dominio de todos los pueblos y de la legitimación de la cultura y la mentalidad racista; de esta manera se creó el terreno fértil para todas las formas antiguas y modernas de racismo y xenofobia, del antisemitismo a la islamofobia, y que sirve de justificación a la incitación al odio racista o religioso. La integración es un factor decisivo de la convivencia de las sociedades multiculturales actuales. El diálogo de las culturas, que todos reconocen como urgente, debe inspirar por consiguiente la reflexión y la acción sobre la integración. En ese contexto, el diálogo de las culturas es una exigencia interna de las sociedades sometidas a un proceso de multiculturalización, y constituye un elemento esencial de la lucha contra el racismo y la xenofobia. Con todo, el diálogo de las culturas supone un enfoque de la integración que respete la diversidad cultural y se funde en el principio de la interacción y la interfecundación entre las diferentes comunidades nacionales, étnicas, culturales y religiosas, en particular, en el ámbito de los valores.
36. La cristianofobia es, como el Relator Especial subrayó en su informe de 2005 a la Comisión sobre la difamación de las religiones (E/CN.4/2005/18/Add.4) una manifestación antigua y recurrente de discriminación cuya intensidad varía dependiendo del contexto religioso y político. Dos importantes factores explican su intensidad actual: la asimilación y la reducción del cristianismo al mundo occidental y desarrollado, y, en el contexto de la prioridad de la lucha contra el terrorismo, su instrumentalización política en la dinámica de guerra de civilizaciones y de religiones generada por los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001. Esos dos factores crean un clima de antagonismo entre el cristianismo y el islam. Ese clima, aumentado sin duda por las interpretaciones simplistas de algunos líderes políticos, es objeto, de manera especialmente preocupante, de una legitimación intelectual e ideológica. Afirmando que el conflicto entre el occidente y el mundo arabeislámico es insoslayable, Samuel Huntington, en su obra titulada El choque de civilizaciones, procede a la puesta en escena intelectual de un enfrentamiento entre el islam y el cristianismo. Esta lectura es transmitida por predicadores cristianos que le dan un origen bíblico y por musulmanes que reinterpretan la sharia. Los tradicionales enfrentamientos esporádicos y puntuales entre cristianos y musulmanes encuentran así un marco general explicativo que da sentido y contenido a su sistematización. Los ataques recurrentes contra lugares de culto y de cultura en algunas regiones del mundo, como en Nigeria y en el Pakistán, se ven así legitimados, justificados y amplificados por una interpretación de conflicto de culturas y de religiones. Esta dinámica es objeto en el contexto actual de una amplificación teológica y geográfica por el proselitismo de algunos movimientos evangélicos en `frica, América del Sur, el Caribe y Asia. En los últimos años ha comenzado a surgir en Asia una cierta forma de cristianofobia, no únicamente en relación con el islam, cuya presencia es enorme en Indonesia, Malasia, la India y el Pakistán, sino también en relación con el hinduismo, especialmente en la India, y con el budismo, sobre todo en Tailandia y el Japón. Los recursos materiales y financieros del proselitismo evangélico en un entorno social de pobreza alimentan los sentimientos de antagonismo con los seguidores de las religiones tradicionales locales y extienden de manera significativa la cristianofobia en numerosas regiones del mundo. La cristianofobia se está convirtiendo, después de la islamofobia, en la segunda fobia religiosa más importante por su extensión geográfica.
6. Una grave tendencia del aumento del racismo y la xenofobia es también la expresión creciente de esos fenómenos en los sectores más selectos de la sociedad. La aplicación política y la legitimación intelectual del racismo y de la xenofobia ponen de manifiesto su arraigo en las clases dirigentes de muchos países. Las manifestaciones de este racismo de elites se articulan en